Poeta bengalí, filósofo, dramaturgo, novelista, cuentista, pedagogo. Premio Nobel de Literatura 1913.
Fue recibido en nuestro país por Victoria Ocampo con quien mantuvo una estrecha amistad.
Su obra ha tenido gran repercusión en el mundo entero.
Poema Pájaros Perdidos de Rabindranath Tagore
1
Pájaros perdidos de verano vienen a mi ventana, cantan,
y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar,
aletean y caen en ella, en un suspiro.
y se van volando.
Y hojas amarillas de otoño, que no saben cantar,
aletean y caen en ella, en un suspiro.
2
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
Vagabundillos del universo, tropel de seres pequeñitos,
¡dejad la huella de vuestros pies en mis palabras!
3
Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de
infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un
beso de lo eterno.
Para quien lo sabe amar, el mundo se quita su careta de
infinito. Se hace tan pequeño como una canción, como un
beso de lo eterno.
4
Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor
su sonrisa.
Las lágrimas de la tierra le tienen siempre en flor
su sonrisa.
5
El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita;
y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va
volando…
El desierto terrible arde todo por el amor de una yerbecita;
y ella le dice que no con la cabeza, y se ríe, y se va
volando…
6
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán
ver las estrellas.
Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán
ver las estrellas.
7
En tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea
tu canción y tu fuga.
¿No quieres tú cargarte con la coja?
En tu camino, agua bailarina, la arena te pordiosea
tu canción y tu fuga.
¿No quieres tú cargarte con la coja?
8
Tu cara anhelante persigue mis sueños como la lluvia por
la noche.
Tu cara anhelante persigue mis sueños como la lluvia por
la noche.
9
Una vez, soñamos los dos que no nos conocíamos. Y nos
conocíamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos
amábamos.
Una vez, soñamos los dos que no nos conocíamos. Y nos
conocíamos. Y nos despertamos a ver si era verdad que nos
amábamos.
10
Como el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena,
callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón.
Como el anochecer entre los árboles silenciosos, mi pena,
callándose, callándose, se va haciendo paz en mi corazón.
11
No sé qué dedos invisibles sacan de mi corazón, como una
brisa ociosa, la música de las ondas.
No sé qué dedos invisibles sacan de mi corazón, como una
brisa ociosa, la música de las ondas.
12
-Mar, ¿qué estás hablando?
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio.
-Mar, ¿qué estás hablando?
-Una pregunta eterna.
-Tú, cielo, ¿qué respondes?
-El eterno silencio.
13
¡Oye, corazón mío, los suspiros del mundo, que está
queriendo amarte!
¡Oye, corazón mío, los suspiros del mundo, que está
queriendo amarte!
14
El misterio de la vida es tan grande como la sombra en
la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del
amanecer.
El misterio de la vida es tan grande como la sombra en
la noche. La ilusión de la sabiduría es como la niebla del
amanecer.
15
No te dejes tu amor sobre el precipicio.
No te dejes tu amor sobre el precipicio.
16
Me he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el
mundo. Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y
se va.
Me he sentado, esta mañana, en mi balcón, para ver el
mundo. Y él, caminante, se detiene un punto, me saluda y
se va.
17
Menudos pensamientos míos, ¡con qué rumor de hojas
suspiráis vuestra alegría en mi imaginación!
Menudos pensamientos míos, ¡con qué rumor de hojas
suspiráis vuestra alegría en mi imaginación!
18
Tú no ves lo que eres, sino su sombra.
Tú no ves lo que eres, sino su sombra.
19
¡Qué necios estos deseos míos, Señor, que están turbando
con sus gritos sus canciones! ¡Haz Tú que solo sepa yo
escuchar!
¡Qué necios estos deseos míos, Señor, que están turbando
con sus gritos sus canciones! ¡Haz Tú que solo sepa yo
escuchar!
20
No soy yo quien escoge lo mejor, que ello me escoge a mí.
No soy yo quien escoge lo mejor, que ello me escoge a mí.
21
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
¿por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces, amanece;
¿por qué susurra el viento del sur entre las hojas recién nacidas?
Si me está negado el amor, ¿por qué, entonces,
la medianoche entristece con nostálgico silencio a las estrellas?
22
Sé que esta vida, aunque no madure el amor, no está perdida del todo.
Sé que esta vida, aunque no madure el amor, no está perdida del todo.
23
¡No sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!
¡No sea yo tan cobarde, Señor, que quiera tu misericordia en mi triunfo,
sino tu mano apretada en mi fracaso!