CUENTOS PARA ABUELAS Y NIETOS

por NÉLIDA NORRIS, 

Buenos Aires: Editorial Corregidor. 2002,173 páginas. 
reseña de Cristina Pizarro 
Buenos Aires 
Este libro de cuentos inaugura una nueva etapa en la producción literaria de Nélida Norris, crítica, ensayista, catedrática que ha contribuido al mundo de las letras hispanoamericanas a través de numerosas publicaciones en inglés y en español. 
Cuentos para abuelas y nietos nos instala en un espacio ficcional cuyo título semeja al de las primeras ediciones dedicadas exclusivamente a los niños, como da testimonio Cuentos para los niños y para el hogar (Kinder und Hausmärchen) , recopilación de los hermanos Jacob y Wilhem Grimm, 1812.A partir de la ilustración elegida para la tapa, la presencia de una madura mujer en posición sedente congrega a un trío de niños a su alrededor invitándolos a la escucha. Doce narraciones se suceden en diversos despliegues de historias y temas. Argumentos con ricos acontecimientos, situados en escenarios reales, tramas con descripciones precisas hasta los más finos detalles. 
El arte de narrar de Norris adquiere una insólita apuesta en el mundo moderno, ya que su código escriturario se inscribe en una apuesta que aparecería como una paradoja renovadora en tanto que desafía al lector con un registro de lenguaje depurado, casi hasta llegar al cultismo. En cada cuento, cuyos títulos destacan lo sustantivo de los nombres de personajes ya sean personas (Minerva), objetos(sombreros),animales(Ambarina)despliegan diversidad de espacios reales delineados a la manera de los paisajes pintados por los impresionistas franceses, exhumados de alguna novela de Víctor Hugo y del pintoresquismo de pueblos de provincia de la Argentina de mediados del siglo XX. 
Se conjugan en la narrativa de Norris la ciencia, el arte, la vida que cobran unidad a través de las coordenadas artísticas unidas en el espacio y en el tiempo. Se va definiendo en la construcción del universo de ficción la representación de una imagen de personajes que permanecen en constante lucha consigo mismo frente a la incertidumbre en un mundo signado por el caos de la sociedad postmoderna. Los acontecimientos de la vida cotidiana patentizan una cosmovisión que prioriza la responsabilidad del ser humano que, conviviendo con el arte, se torna más ético, es decir, más humano. 
En el estilo sobresalen rasgos de una arquitectura barroca, rica en detalles descriptivos, refinada en la elección de un vocabulario de nivel culto ligado a las voces de una categoría social que accedió y logró una acabada preparación humanística. Héroes y heroínas son conscientes de su misión y se empeñan en superar las difíciles pruebas para mantener fidedignos sus principios en una escala de valores. 
En este abordaje de lo narrativo se vislumbran temas universales como el amor, la vida, la muerte. La libertad de elegir, desde la óptica de la singularidad de la identidad femenina, retomando el personaje mitológico de Minerva que se asocia al deseo de elevarse en el simbolismo del tema del vuelo. La recreación simbólica en la presencia de la figura de la tigresa y de los felinos que nos ofrecen la sutil inteligencia de estos animales. La comprensión del mundo de la infancia, considerándola en su especificidad, tal como lo entendiera Juan Jacobo Rousseau en su Emilio. Las múltiples perspectivas que se entrecruzan después de nadar por rutas paralelas entre las creencias del adulto y las percepciones que tienen los niños acerca del mundo de los adultos. 
Observamos diálogos de personajes que habitan nuestra pampa que usan un lenguaje coloquial para expresar sus sentimientos y también como práctica social entre una vida familiar, donde hermanos, padres e hijos, amigos buscan lazos solidarios, fraternales y veraces. 
La prosa de Norris revela modelos paradigmáticos de las más bellas páginas de nuestra literatura argentina que nos remeda a Don Segundo Sombra, La Gloria de Don Ramiro, Mis montañas. 
Cuentos para abuelas y nietos inaugura un nuevo espacio dedicado a la literatura juvenil destinado a lectores adolescentes que necesitarían nutrirse de fuentes artísticas y literarias que recrean espacios ficcionales de trascendencia universal, según dice Cristina Osycka en la contratapa. Tal vez este desafiante texto, podría metaforizarse como «La apuesta de Minerva » nombre del cuento, cuyo título da apertura al libro. 

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