SILENCIO DE EPIFANIA

Por la Lic. Cristina Pizarro

Un recuerdo en memoria a nuestra querida Juanita en el día de su partida, miércoles 27 de enero de 2021.

 

La figura de Juana Arancibia me refleja el rostro del silencio, cuyo eco es un latido esencial que deja rastros de un sentido trascendente de la vida que supera la experiencia cotidiana.

Las palabras de Juana son susurros que parecen provenir de la montaña. Es el murmullo inaudible de alguna piedra escondida en el paraíso de la infancia. Es el hechizo de la escritura que converge en consonancia con la altura de los picos nevados del Chañi.

La montaña podría asociarse con la quietud y la ascensión del alma en la búsqueda de lo superior.

Tras el exilio, en la lejanía urdió una poética arraigada en su tierra natal que trazó un camino de universalidad.

En los poemas Ecce homo, Jujuy, Chañi, Ascensión, A mi gata, Tina, El azar, Juego, Mis duendes, Juana pone de manifiesto la lucidez que emana del silencio como culminación del lenguaje.

La exaltación a su terruño enclavado en los lapachos, los ceibos, el tarco, la excelsitud de las montañas que evocan el paisaje afectivo de la infancia, ese tiempo de nostalgias desde el exilio. La memoria de la madre amada, la presencia amorosa del hijo y de su esposo, el cariño a la gata con reminiscencias de una esfinge del Antiguo Egipto y esos duendes que se impregnan de la magia de su vida en el crepitar de cada mañana, acompañando la tarea cotidiana entre las voces, las sombras y la hojarasca.

Un silencio reflejado en su mirada, los gestos despaciosos, que bulle en nosotros como el epicentro de la epifanía del mañana.

Juanita, nombre guardado en mi corazón. Juanita, con su imagen tutelar, como la Madre Tierra, a quien todos adoramos por su devoción a las letras de América.

Gracias, Juanita por tu amor, tu entrega y por conducirme por los senderos de mi vocación, irradiando con tu tesón esa luz que nos iluminará por siempre.

Cristina Pizarro.