Por Brenda Sánchez (*)
Pizarro, Cristina (2008) En busca del lector infinito, Buenos Aires: Lugar.
Mención Destacados de ALIJA 2008, categoría Comunicación teórica
Este libro surge del trabajo de años de Cristina Pizarro como docente de Literatura Infantil en distintos profesorados de Nivel Inicial. Amalgama una propuesta teórica basada en la estética de la recepción con las experiencias surgidas de su práctica con docentes, con alumnos y con padres, ya que considera necesario “compartir un enfoque globalizador sobre la importancia del acto de leer a partir de los primeros años” (p. 64).
Desde una concepción que enfatiza en el contacto lúdico con la literatura, alejado de la instrumentalización, sostiene que la lectura consiste, sobre todo, en crear vínculos. Mucho antes de la posibilidad de decodificar que da el aprendizaje escolar de la lectura, los niños son interpretadores de literatura a través de narraciones, canciones, juegos verbales, como las retahílas. Por esto, Pizarro afirma que en los primeros años: “Enseñar a leer es iniciar en el placer de leer, traspasar las fronteras de mero decodificador para convertirse en lector definitivo” (p. 65).
Para tender puentes que faciliten el encuentro con la literatura, el adulto debe interrogarse sobre sus vivencias personales y sus concepciones respecto de la lectura:
¿Qué es leer? ¿Para qué leemos? ¿Cuáles son nuestras lecturas favoritas? ¿Por qué a veces no leemos lo que nos gusta? ¿Qué relación personal se establece entre el tiempo de nuestras obligaciones y el tiempo de nuestras lecturas? ¿Cómo vivimos nuestro tiempo libre, nuestro tiempo de ocio, de recreación? […] ¿Cómo juegan los adultos? ¿Es un juego la literatura? ¿Por qué? ¿Nos damos permiso para gozar del placer de la lectura? (pp. 64-65)
La reivindicación del juego se asienta en su potencialidad creadora: desde una mirada arquetípica, es “una exploración mágica y ritual del universo en donde se generan múltiples interrogantes con el fin de instaurar un nuevo orden” (p. 78). Rescata los elementos rituales de rondas, retahílas, coplas y adivinanzas que devuelven la lengua a esa zona de magia, iniciación y conjuro.
Desde este lugar propone juegos con la literatura y ofrece estrategias didácticas para los docentes, pero no en forma prescriptiva, sino como invitación a explorar los textos y a sumergirse en su misterio.
En la concepción de Pizarro, uno de los aspectos esenciales del juego es la posibilidad de hacer intervenir al cuerpo; aspecto que fue tradicionalmente censurado en las aulas desde la conformación misma de la escuela argentina en el siglo XIX, relegado a espacios y tiempos específicos, como las horas de educación física.
Por otra parte, ofrece un interesante catálogo de lecturas literarias de autores argentinos para los primeros años. En los apartados finales del libro, analiza motivos literarios como el amor, el sueño, el doble, el espejo, la tierra, el aire, el fuego y el agua, en textos destinados a niños, desde una perspectiva afectiva y simbólica.
Una idea recorre las páginas de En busca del lector infinito: la de la literatura como experiencia. Es decir, como vivencia intelectual, afectiva, sensorial que provoca ese encuentro con otro, con otros, con nosotros mismos, del cual salimos transformados. Como docentes, como padres, como adultos nuestra función es invitar a los niños a la cita con la literatura, es convocar al encuentro, con la esperanza de que la magia se produzca.
(*) Brenda Sánchez es licenciada en Letras, por la UNCuyo y Diploma Superior en Lectura, Escritura y Educación, por la FLACSO. Ha escrito artículos de investigación en revistas especializadas. Docente del ciclo de Licenciatura en Literatura Infantil y Juvenil, FFyL, UNCuyo. Investigadora del Centro de Estudios de Literatura de Mendoza (CELIM), dependiente de la FFyL, UNCuyo. En 2012 ganó la Beca Interior Categoría Letras del Fondo Nacional de las Artes.