NIÑEZ DESHILACHADA


Hijo de la calle y hermano del olvido 
tienes los ojos color caramelo 
y la infancia arrugada dentro del bolsillo. 
Te acuna el murmullo espeso de la gente 
que te aplasta sin escuchar grito; 
grito de esperanza mutilada, 
de protección ausente, de niñez deshilachada. 
Nunca lloras, sólo derramas rocíos 
y tienes en el alma el peso de los siglos. 
En tu cara de sueño y juguete postergado 
tienes al sol pintado en barro. 
Por las ventanas de los zapatos dados 
espía tu vida el destino heredado. 
Tu pantalón ríe por las rodillas 
y la carcajada es de tu piel rosada. 
Te eternizas en el umbral de la nada 
arrinconado en cada esquina de la vida; 
estirando tu ilusión a la limosna, 
abriendo tus manos como dos aullidos; 
recorriendo el hueco oscuro de nuestras almas 
buscando amor orillo a orillo. 
Y nosotros creídos dueños del hoy y mañana 
día a día te crucificamos en la dádiva, 
te clavamos con soles de cobre las manos, 
te azotamos con indiferencia y harapos. 
Echa a volar el país de pájaros de tu risa. 
Rompe el cristal inocente de tus ojos 
y rasga mi piel inútil, mi carne 
para que sangre a borbotones mi impotencia 
porque de rodillas ante ti, Cristo de mis calles 
inclino mi cabeza y te ofrendo mi vergüenza. 

Vilma Novick Freyre

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